El trasfondo marginal en la novela Montacerdos de Cronwell Jara
Montacerdos
transcurre en un escenario totalmente distinto, el de la ciudad, donde llegan
los emigrantes rurales en busca de un nuevo hogar y una vida más próspera. La
naturaleza sigue siendo un elemento fundamental en la vida de estos personajes
que, aunque se encuentren en la ciudad, siguen respondiendo a los estímulos que
provienen de la naturaleza. Sin embargo, la armonía que caracterizaba la
relación que mantenían los ahora inmigrantes con su entorno rural se ha roto,
así como también su sentido de identidad. Esta sensación de desorientación
queda plasmada por el narrador al principio de Montacerdos: “No sé yo de dónde habíamos venido ni a dónde habíamos
llegado” [1]
La obra describe un fenómeno real que ha
trasformado la sociedad peruana -el crecimiento de Lima en las últimas cinco
décadas- desde la perspectiva de sus protagonistas principales: los emigrantes.
Montacerdos plasma con una gran
fuerza dramática la incesante lucha de los nuevos ciudadanos para conseguir
sobrevivir y forjarse un lugar en la hostil ciudad donde se relata la historia
de una madre y sus dos hijos al instalarse en una barriada que ya está en funcionamiento
a disgusto de los ya establecidos colonos que impiden que se instalen en su
barriada. La falta de solidaridad que reflejan los vecinos del barrio, pidiendo
a la policía que desaloje a los recién llegados, representa como las relaciones
de marginalidad en la obra crea una nueva especie de marginados: los
sub-marginados, y refleja, a su vez, la rápida asunción de los valores
individuales de la cultura capitalista que predomina en la vida urbana, denotando
una visión pesimista y negativa de los efectos que la caótica y alienante
ciudad está creando en sus nuevos habitantes.
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